Gaviota

Claromecó, con su particular privilegio de amanecer y ocaso sobre el mar.
Creo que esa tarde saqué 300 fotos, embelesado por ese único atardecer irrepetible.
De haber podido, hubiera seguido hacia el oeste, persiguiendo esa puesta de sol. Lástima que la tierra es un poco más grande que cualquier asteroide Exuperiano.

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